Solo para mayores
Doce capítulos Parte VI
La noche no fue diferente a otras en el aspecto externo. La cena, sin mucha charla, algo de televisión, el beso rutinario de las buenas noches, y un libro antes de apagar la luz.
Sin embargo, Fabián no tenía la menor idea de lo que ocurría a su alrededor. Su espíritu parecía haberse desprendido del cuerpo que realizaba las tareas mecánicas de comportamiento social para sumirse en un estado místico, Contemplativo. Ese universo de meditación tenía un único destino: Ornella.
Finalmente quedó dormido.
No alcanzaba a distinguir el rostro de la silueta de capa y sombrero, que con lentitud exasperante se acercaba inexorable. Ya sabía quién era, y si bien no le temía, necesitaba desesperadamente cerrar un pacto con ella, establecer una prórroga que le permitiese gozar de la ilusión perdida. Una prórroga que le diera la oportunidad de amar.
Una oportunidad de sentirse nuevamente persona
Levantó las manos como para un armisticio, y en respuesta vio el filoso reflejo metálico de la guadaña en ominoso avance. El miedo, no a la muerte, si no a sus consecuencias, lo paralizó.
El ala del sombrero abrió un resquicio por donde se filtró la imagen de un rostro impreciso, casi sin luz, casi sin rasgos.
La noche se quebró con un grito espeluznante.
La cabeza se separó del tronco, y de ella el sombrero.
Ornella aun blandía la espada, que recorriendo un semicírculo, dibujó el trayecto con una llovizna de sangre.
Arnaldo Zarza.
Continuará.
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