Río de Janeiro; esta bella ciudad
enclavada entre montañas, vegetación exuberante y mar, da la
sensación de ser un reino creado para deleite de los sentidos.
Si la naturaleza dio a este lugar
privilegiado del planeta paisajes de ensueños, la ciudad, con sus
altos edificios delineando la costa, y las casitas que a lo lejos
parecen colgar de morros y de otros accidentes geográficos, con el
cielo azul por testigo, más, la parte antigua, o centro de la
ciudad, con ese aire colonial que poco tiene que ver con Copacabana,
u otras playas de “postal”,
donde abundan iglesias, edificios
públicos, casas bajas, rascacielos, algunos nuevos, otros de antaño,
y la monumental biblioteca nacional de la avenida Río Branco 219,
completan el encanto de la “cidade maravilhosa”.
Allí estuvimos, Ali y yo...
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