¡Levántese, caballero, pues tiene grandes cosas que hacer!
¿Cómo es posible que, hoy en día, un hombre inteligente no tenga prisa? Aceleren sus máquinas de ver, de oír, de pensar, de recordar, de imaginar. Nuestro mejor lector, el más caro a nuestros ojos, habrá terminado con nosotros en dos o tres horas.
Líneas de Louis Pauwels y Jacques Bergier que recuerdo con afecto, leídas en “El retorno de los brujos”
Libro de preguntas, cuestionamientos, hechos inexplicables y frases contundentes.
“Siglo XIX, carcelero y verdugo de lo fantástico.”
¿Cuándo, cómo y por quién fueron levantadas las enormes 593 estatuas en la isla de Pascua?
¿Por qué llovieron ranas en Birmingham, el 30 de junio de 1892?
La piramide de Keops, erigida en Gizeh,-2570 AC.- es una montaña artificial de 6.500.000 toneladas, cuyos Bloques de doce toneladas se ajustan entre sí con exactitud milimétrica. ¿Cómo la hicieron?
En su interior no se encontraron huellas de humo. Entonces, ¿cómo se iluminaban los Egipcios durante su construcción y honras fúnebres?
¿Qué significan las figuras de Nazca y cómo se guiaron sus creadores para dibujarlas? -“Dichas figuras son líneas geométricas inmensas trazadas en la llanura de Nazca, visibles solamente desde el aire”.-(Desierto de Nazca, Perú.)-
Sobre este tema Powels y Bergier reflexionan así:
“Las fotografías que tenemos de la llanura de Nazca hacen pensar irresistiblemente en las señales de un campo de aterrizaje.”
¿Existe una sociedad invisible de mutantes causada por el “estroncio noventa”, elemento radiactivo que penetra y hace su trabajo en el cuerpo? (Investigación del doctor J. Ford Thompson, Inglaterra,1956).
El retorno de los brujos
El libro que se animó a cuestionar ciertas prácticas de la ciencia y despertar el apetito por lo desconocido a toda una generación.
Citas de Powels y Bergier en El retorno de los brujos.
-1895, el célebre profesor Lippmann declaraba a uno de sus alumnos que la física estaba acabada, clasificada, archivada y completa.
-Es el acto de la recepción del fonógrafo en la Academia de Ciencias de París:
«En cuanto la máquina empieza a emitir algunas palabras, el señor Secretario perpetuo se lanza sobre el impostor, (el Ábate abate Moigno, un conocido divulgador científico), y le aprieta la garganta con puño de hierro al supuesto ventrílocuo. ¡Véanlo ustedes!, les dice a sus colegas. No obstante, para general asombro, la máquina sigue emitiendo sonidos.»
-En 1875 el director del patent office americano enviá su dimisión al Secretario de Estado para el Comercio. ¿Por qué seguir?, decía en sustancia; ya no queda nada que inventar.
No hacía falta más anécdotas de la ridiculez humana para que el apetecible escrito se convirtiera rápidamente en paradigma de una legión de jóvenes y no tan jóvenes inconformistas del mundo entero.
El retorno de los brujos, “Una introducción al realismo fantástico”, rezaba el subtítulo de este notable documento.
Proponer una visión diferente del mundo tal cual concebimos.
Sacudir el polvo de lo establecido por la ciencia oficial como única e inamovible doctrina de fe.
Admitir que la realidad podría ser más compleja de lo que suponemos.
Dudar de los conceptos absolutos sobre lo verdadero y falso.
Analizar hechos e hipótesis que atenten contra el sentido común sin miedo al ridículo.
Sacudirnos los prejuicios y concepciones caducas.
Abrir la mente, sin límites, sin fronteras.
Estos fueron, a mi criterio, algunos de los objetivos propuestos, en años de la posguerra, por Powels y Bergier en El retorno de los brujos.
¡Y vaya que lo lograron!
Parte de una generación, que buscaba otro punto de vista, otra información, otra mirada al cúmulo de sucesos inexplicables de la naturaleza, encontró en este libro un soplo de aire fresco para sus espíritus inquietos.
Entre los años 1960 y 1970 se vendieron más de 2.000.000 de ejemplares.
El libro fue objeto de críticas elogiosas y al mismo tiempo horrorosas.
Y se llegó a escribir un libro, ”El fracaso de los brujos”, que intentó demostrar que "El retorno de los brujos" era pura pseudociencia disfrazada de ciencia...
¡Tal fue su importancia!.. de El retorno...
Y siguen los interrogantes.
Un ingeniero alemán encuentra en Bagdad pilas eléctricas fabricadas diez siglos antes de Alejandro Volta.-1800.-
¿Fuimos visitados por extraterrestres en un pasado remoto?
¿Existe en el Universo un punto, un lugar privilegiado, desde el cual se descubre el velo de todo el Universo como el descripto por Jorge Luis Borges en el El Aleph?
Lo leí de joven, sin orden, leyendo en diagonal, salteando capítulos para llegar antes al meollo del asunto, como invitaban a leer sus autores, picando aquí y allá, donde mi natural curiosidad me llevara, maravillado con el otro lado de las cosas que la información de la ciencia oficial, según sus creadores, se empeñaba en desconocer.
Fueron días de lectura feliz, de entusiasmo y pobre rigor analítico.
Me sirvió, fue divertido, me ayudó a no cerrar las puertas a lo desconocido.
Cada tanto le doy una ojeada.
Si fuera quién para recomendarlo, lo haría.
“El retorno”... fue escrito en momentos que la bisagra de la historia dejaba atrás tabúes y sumisiones, aprovechando el despertar de una generación que hacía preguntas y no obtenía respuestas.
Su novedoso relato sobre fenómenos parapsicológicos,
alquimia,
civilizaciones desaparecidas y esoterismo cautivó a una buena parte de la juventud de la época.
Con el correr de los tiempos constaté lo que intuí en días de lectura complaciente.
No todo era tan discutible ni toda la información rigurosa. Cito solo esta:
El experimento telepático organizado por la Marina de los EE.UU. en 1958:donde un sujeto a bordo del submarino atómico Nautilus intentaba adivinar qué cartas sacaba al azar un aparato mecánico situado en una base en tierra firme, nunca se pudo confirmar.
Tal vez uno de los rasgos más polémicos del libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier fue el poco interés por aportar pruebas, y algunas cosillas más que no vale la pena remover.
Aun así creo que la idea sigue siendo buena y que lo anterior no quita méritos a la obra de Powels y Bergier, quienes ayudaron a desnudaron la miopía, arrogancia y necedades de ciertos personajes del siglo XIX.
Siguen los ejemplos en El retorno de los brujos:
El siglo XIX oficial demostró que la hipnosis no existía.
También se dijo: ¿La electricidad? Simple curiosidad técnica.
Mientras Berthelot rechazaba los sueños alquimistas, los elementos, que nada sabían de ello, seguían transmutándose bajo el efecto de la radiactividad natural.
M. Claude Bernard, célebre fisiólogo francés del siglo XIX, había llegado a la conclusión de que el cerebro segrega el pensamiento, así como el hígado, la bilis.
Henri Poincaré, matemático genial, habría descubierto la relatividad si se hubiese atrevido...
¡Pobre, viejo y querido Poincaré! Este maestro del pensamiento había escrito:
«Basta el sentido común para decirnos que la destrucción de una ciudad por la desintegración de medio kilo de metal es una imposibilidad evidente.»
De alguna manera, Pauwels y Bergier ayudaron a arrancarnos de la modorra y la complacencia, así como a cuestionar sin miedos, las sagradas leyes de la ciencia oficial.
El profesor Simón Newcomb, demostraba matemáticamente la imposibilidad de volar con algo más pesado que el aire, allá por los años 1890 y pico, Ja.
Finalmente:
Louis Pauwels y Jacques Bergier, hombres de espíritus inquietos y análisis punzantes, se apartan, en esta obra, del pensamiento “lineal” que rige para la resolución del andamiaje científico...
y adoptan el pensamiento “lateral” como patrón de razonamiento, este, se caracteriza por producir ideas que estén fuera del patrón de pensamiento habitual.
“Nosotros no lo creemos todo. Pero creemos que todo merece ser examinado”.
Fue la síntesis de estos dos visionarios.
El Retorno de los Brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier
Louis Pauwels-1920, París, Francia-1997, París, Francia; Maestro, escritor, editor de la revista “Planeta”.
Durante los últimos 20 años se especializó en el análisis político.
Visitó Buenos Aires en el año 1962, y les dijo a los periodistas que lo rodeaban: “Cuando oigo la palabra revólver saco la cultura", modificando la tristemente famosa frase nazi.
Aranaldo Zarza