¿No es fascinante ver moverse a la gente en las pantallas del cine, no es misterioso, mágico e indispensable que esas imágenes de personas que tal vez ya no existan estén ahí, a nuestro alcance y en condición de eternidad?
Quién ama el cine no deja de sorprenderse cada vez que ve una imagen moviéndose en el templo oscuro de la proyección.
Los comienzos...
El cine, como toda expresión artística, nace en el momento adecuado de la historia de la humanidad, como consecuencia de una búsqueda, tal vez no intencional, del recuerdo emotivo de la especie.
Los hombres que hicieron posible la invención de la máquina de captar fotografías en movimiento y reproducirlas adecuadamente, crearon un medio a través del cual, los artistas que posteriormente hicieron uso de él como mensajero de ideas y sensaciones, lo transformaran en lo que hoy conocemos como "CINE", tal vez la revolución artística más popular de todos los tiempos.
Como todo invento, hubieron pioneros que estudiaron el tema y construyeron artefactos con mayor o menor suerte, y quedará en el difuso armario de la historia sus logros, pero, solo ellos, "los Lumiere", pensaron en la original idea de proyectar las imágenes sobre un lienzo blanco de gran tamaño, y realizaron. Y ese hecho, solo ese hecho, marcó la gran diferencia.
Básicamente, hoy, como hace 116 años atrás, vemos en las pantallas de los modernos cines actuales, lo mismo que asombró a nuestros antepasados un 28 de diciembre de 1895.
Imágenes en movimiento proyectadas sobre una gran pantalla blanca, imágenes que de por sí, son, o representan, la vida misma.
La salida de los obreros de la fábrica de los hermanos Lumiere, fue la primera película de la historia proyectada para el gran público, en el teatro “Grand Café del Boulevard” de París.
Y desde que sucedió este acontecimiento, el mundo cambió definitivamente su manera de divertirse; no fue inmediato, pero tampoco tardó tanto.
Tomas Alva Edison había patentado unos años antes su KINETOSCOPIO; una máquina donde a través de un ocular se podían ver algunas escenas cortas de alguna actividad de la época. Estos aparatos, que se distribuían en ferias y kermeses, tenían en su interior un rollo sin fin de película, y solo podían visualizarlas una persona por vez.
La incomodidad, y el hecho de que no era una máquina para multitudes inclinó la balanza para que el invento de los Lumiere, fuera el que ganara la carrera en las preferencias de la gente.
Desgraciadamente, como ocurre en los ambientes donde se percibe el aroma del dinero, antes que terminara de parir el gran invento, se desató una carrera de lucha de patentes por la paternidad de artefactos parecidos, no parecidos y robados abiertamente. esta situación perduró hasta que el cine entró en su adolescencia, allá por los años 20.
Los Lumiere en Francia, y Tomas Alva Edison en USA, fueron los grandes impulsores de lo que sería años después, el gran negocio del cine.
Las películas de los primeros tiempos rodadas por Lumiere duraban apenas un minuto y pico, pero fue suficiente para fascinar al público de ese entonces.
"La llegada del tren a la estación" causó sensación, miedo y euforia.
Imagínense a nuestros tatarabuelos , sentados en una sala obscura de un teatrito de la vieja París de 1895, y que sin anestesia mediante, de repente se les viniera una locomotora encima. ¡Caramba, es como para mearse encima! ¿No?
Si bien al comienzo, como toda actividad desconocida, solo se filmaban trozos documentales de lo que se les ponía por delante, aunque no tardó mucho en que se rodara algo relativamente argumental, como; "El ragador regado" ,(1895) de Lumiere, o "El beso", de Edison. Primer beso de la historia del cine, y no fue documental.
Poco años después aparecerían los primeros creadores de la incipiente industria del arte.
George Meliès, en Francia, (Viaje a la Luna, 1902) – Edwin S. Porter, en USA, (Asalto y robo de un tren, 1903), con películas que enseñaron las posibilidades expresivas del nuevo invento.
Así nacía el cine como expresión artística, de la mano de estos y otros hombres que creyeron y lucharon por él.
Próxima entrega: Algo sobre la invención del cinematógrafo.
Después:
Georges Mèliés y sus increíbles trucos y sorprendentes realizaciones.
Edwin S. Porter: Pionero del montaje en paralelo.
Arnaldo Zarza