Muerte al amanecer
Cuento
El patrón murió al amanecer.
No le sirvió de nada el dinero.
Antes sí, cuando vivía.
¿A quién estará jodiendo ahora?
Aquí a nadie, desde el amanecer.
Se hace tarde, hay que ordeñar las
vacas antes que pique el sol.
Y preparar el desayuno para que
Ortiz se lo lleve.
¿Qué hará Ortiz cuando lo vea?
¿Acaso importa?
Frío los huevos con panceta que
nadie va a comer.
Viajo en el tiempo sin poder
modificarlo.
El pasado se materializa envuelto
en niebla.
El bosque, el frío, los ojos
malignos.
Estoy asustada, solo soy una niña.
Por suerte el presente pone las
cosas en su lugar, y el azar, señor de la vida y la muerte me da revancha.
La mirada turbia, el rostro
congestionado, la boca babeante.
Implora.
Perdón, dice el vejete, por si el
redentor lo saca del apuro.
Las garras apuntan a las pastillas
caídas sobre el piso.
Lo miro sin piedad, sintiéndome por
una vez superior a él.
Disfruto cada segundo.
Muera cerdo, muera.
Y muere, cagandose de miedo.
Arnaldo Zarza