viernes, 10 de diciembre de 2010

A ver, ¿quién putea mejor?



¿Quién no dijo una palabrota , juramento, maldición, insulto, o puteada alguna vez?
¿Quién no se ha sacado las ganas de mandarse una buena puteada cuando no le paró el colectivo en un día lluvioso, o cuando el agua de una baldosa floja mojó la parte oscura de su ser?
 
¿Quién no ha puteado bajito al no poder decir al jefe lo que se merecía, o mandar bien a la mierda a quién toca el timbre casa cuando dormimos?
Yo no, dijo uno...  y sí... la excepción a la regla vale. 
El uso de las "malas palabras", creo,  merece nuestra atención y discusión, pues esta forma del habla cotidiana, que fue haciendo sus reglas con los usos y costumbres de los habitantes de cada país, ciudad o pueblo del planeta; por lo general, en el ámbito de nuestra cultura no es bien visto, menos aún, si su uso es continuo y desmedido. 
Las palabrotas, creo, no son ni buenas ni malas, simplemente son una herramienta más del idioma para exteriorizar nuestros sentimientos. 
El decir groserías tiene sus reglas implícitas, que tiene que ver con la parte formal de nuestras vidas, léase  trabajo, casas de estudio, o con cierta gente con las que no tenemos confianza; con ellas somos cautos, o directamente desechamos su uso, y seguramente hasta al más puteador de los mortales no se le ocurriría largarse un rosario de improperios en una entrevista de trabajo, durante un examen oral, o saludando al Papa.
Tal vez lo que distinga una puteada de otra sea la ocasión. Hay veces que estos dichos parecen oportunos, y hasta graciosos, en otras resultan repetitivos, chabacanos, aburridos e insoportables.
Hay personas y lugares del vasto territorio de la humanidad, donde el uso de palabras soeces son moneda corriente. 


Conozco tipos que no pueden hilvanar más de tres o cuatro palabras sin un " la puta que lo parió" encajada entre ellas. 
Es curioso, pero por estos lares, el decir hijo de puta no siempre es un insulto, en muchos casos es un halago, sobre todo entre hombres: Si un amigote se levanta un minón infernal, (léase conquista a una joven hermosa), le decís:
- Que hijo de puta sos Juan, mira lo que te masticás. Y el tipo, chocho de la vida, te sonríe agradecido.
Yo he conocido grandes puteadores, algunos de ellos simpáticos, otros, lamentables, pero así es la vida, no todos tenemos el don de la oportunidad y simpatía, carajo.
Y hablando de Carajo, debo decir que este interesante vocablo sería algo así como el hermano menor de la puteada, una especie de protesta light, cercano al "caramba". Carajo en sí no quiere decir nada, pero expresa un sentimiento de molestia, que según los individuos, puede usarse como un exabrupto. También, como toda palabrota, se puede usar como signo admirativo: ¡Que buena está, o, que hermosa es, carajo..!
Parece ser que el termino nació en la edad media, cuando alguno que otro infeliz marinero, no valorado por el capitanejo de turno, debía subir a la punta del mástil para divisar tierra; ese sitio de mierda, donde lo más afortunado que le podía pasar al vigía era congelarse en medio de la lluvia tormentosa, o con más suerte, caerse, romperse el pescuezo y dejar de sufrir en este mundo cruel, lo llamaban "carajo", así es que: 
-Te vas al "carajo", es algo así como mandar a la mierda al susodicho. 
También, en la lengua castellana, el término carajo significa "pene", acepción que no damos a la palabra en nuestra querida Buenos Aires, aunque nunca es tarde, como decía un conocido mío devenido en gay.
El carajo es muy una palabra apropiada para mandar al carajo a alguien que te tiene harto, o como decimos los varones de esta parte de América, "los huevos llenos".
Sin embargo, en Costa Rica y creo que en otros países de América, el vocablo tiene un significado diferente, quiere decir: Niño.
Para terminar, quiero referirme al término boludo, o pelotudo, que si bien no es lo mismo, tienen entre sí un límite tan difuso que se podría pasar horas, como me pasó en una reunión de amigos, de discusión formal, intentando darle un significado u otro.
Todos sabemos que un tipo boludo es alguien que comete una tontería, y que hay algunos que son boludos crónicos, y otros, como la mayoría de los mortales, lo somos de vez en cuando, pues, ¿quién no ha cometido alguna boludez en su puta vida?
¡Por favor... no digas que no..!
Por otra parte, el tipo pelotudo no difiere en nada del anterior, salvo la intención, y según veo y escucho, el término boludo se ha popularizado tanto en la juventud que habita Buenos Aires, que su significado actual, a mi entender, está más cercano al "CHE" que a un insulto o chanza.
Por ejemplo, hoy se dice:
-Boludo, alcanzame la coca.
-Boludo, mirá a la potra esa...
-Hola, boludo.
-Qué sueño, boludo.
-Papi, no seas boludo...
-Que mierda, boludo, me cagaron en Química... la puta que lo parió...
Hasta la próxima.

                                            Arnaldo Zarza.

4 comentarios:

  1. Excelente trabajo Arnaldo!!!!!, todo tal cual, lamentàblemente es un hàbito en crecimiento y meramente cotidiano, quizàs por la acelerada vida en que nos toca vivir y la falta de educaciòn en general, cuando niño Yo, muy raramente se escuchaban los insultos, entre nosotros que potreàbamos en la calle, no se decìan malas palabras ni jugando, y recuerdo la primer palabra que escuchè y bien justificado(doy fè) fuè dicho por un tìo mìo, que se pegò con alma y vida un martillazo en su dedo, recuerdo que sentì verguenza ajena al escucharlo. Trato por todos los medios evitar dichos lenguajes y màs aùn a mi hijo de 11 años que en el colegio se aprendiò mas de lo que yò se hasta ahora!!!!!.Un abrazo grande!!!!

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  2. Es así Román, cuando algo excepcional se usa como método corriente de expresión, ya no resulta oportuno, ni simpático, y seguramente no busca aliviar tensiones.
    Un abrazo.

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  3. Querido Arnaldo : a veces hay que sacarse la bronca de adentro y mandarse una puteada, porque que darse con el entripado adentro te hace mal

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  4. Te felicito por tu comentario. Hay gente muy desubicada y gente muy graciosa como una amiga en común que no puedo decir el nombre

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